El comienzo
Sus primeros habitantes fueron los indios Panches, nómadas y
guerreros de la familia Caribe que acostumbraban a transitar por los ríos funza
o Bogotá, Yuma hoy Magdalena y Sumapaz eran expertos navegantes. Empleaban sus
embarcaciones no solo como medio de transporte sino como medio de
supervivencia.
En un principio se limitaba a un primitivo puerto,
(alrededor del año 1800) según las crónicas de no más de veinte casas, a donde
se acogían los pasajeros, que iban y venian de una orilla a la otra en su
marcha entre Cundinamarca y Tolima en la canoa de el señor Pastor Montero, “don
Pastor”, vecino de Tocaima. Quien se ganaba el pan transportando pasajeros
diariamente a través de la majestuosa corriente, que los aborígenes llamaran
Yuma, y siglos posteriores, los españoles designaran con el nombre de la
Magdalena.
Sobre estas playas bañadas por un explendido sol, se erigió
la cuna de la ciudad. El río fue testigo de la transformación de la población
la cual desde la segunda mitad del siglo antepasado, desde los años 1852
observó como sus endebles cabañas cercanas a la orilla, se empezaron a
convertir en caserío, trepandose a lo alto del plan, entreabriendo un asomo de
progreso.
La antigua población para el año de 1880 abarcaba desde la
plaza de San Miguel, el patrono, hasta donde está hoy ubicado el Banco Popular.
Los primeros cincuenta años de la villa Acacias del Yuma, fluyeron sin que nada
extraordinario se apuntaran en el progreso. El estancamiento en todo este lapso
de tiempo se atribuye a que por aquellos años toda la actividad comercial de
esta región estaba concentrada en Peñalisa, hoy Ricaurte, donde había
establecidas importantes factorías de tabaco y de añil y a donde arribaban los
barcos que navegaban en el alto Magdalena. La etapa del progreso vino a desatarse
con el comienzo del siglo XX. (hacia los años de1900).
Origen del nombre de Girardot.
Según monografía del historiador Niño Espinosa, Girardot ha
recibido diferentes nombres desde sus raices.
Cuando los Españoles llegan a este sitio , se llamó puerto
de las canoas. En 1776 tomo el nombre de El paso de Flandes debido a que el
sitio rocoso era muy parecido a un paraje de España, la Chivatera, Distrito
Parroquial de Girardot, Parroquia del Depatamento del Guamo, Aldea del
Departamento de Mariquita, Distrito de Girardot, (Ley de 3 de junio de 1848)
expedida por la Cámara Provincial de Tequendama reunida en La Mesa de Juan
Díaz; Cabecera de provincia, integrada por los municipios de Girardot,
Guataquí, Jerusalen, Nariño Nilo y Tocaima, (Ley 22 de 1903) expedida por el
Congreso de la República; cabecera de Notaría y Registro, 1913, y de Circuito
Judicial, ley 32 del año 1907.
Origen de los terrenos de la parroquia.
El erudito periodista don Pablo Valero Osorio quiso
internarse en los orígenes remotos de la ciudad, y escribio lo siguiente, sobre
la trayectoria histórica de los terrenos que corresponden al municipio de
Girardot; terrenos que en la época de la Colonia, formaban parte de la enorme
encomienda concedida el 16 de enero de 1545 a Martín Yañez Tafur, soldado
aguerrido y valiente, que ejerció el cargo de Justicia Mayor de Tocaima, la
ciudad de los Panchos, y quien, según es fama, al morir, mantenía apenas lo
indispensable para atender sus más apremiantes necesidades.
Es el caso de que en uno de los meses del año de 1784, Blas
Perdomo y José Daniel adquirieron por compra hecha al presbítero Luis Antonio
Bustamante, según escritura otorgada en la Notaría de Tocaima, todo el terreno
que actualmente ocupa Girardot, desde el sitio denominado Pubenza hasta la
banda derecha del río Magdalena.
Más tarde una hija de Blas Perdomo se casó con un individuo
de apellido Triana, matrimonio que fue tronco de la familia de este mismo
nombre, entre cuyos miembros se contaba José Triana.
Donación de los terrenos de la parroquia.
El 10 de febrero de 1844, los señores José Triana y Ramon
Bueno dueños de grandes propiedades en este lugar, de común acuerdo convinieron
en ceder parte para ejidos de una parroquia el terreno, que en gran parte,
forma la ciudad. En 1847 dicha cesión fue ratificada por los cesionarios ante
el Juez letrado de la Provincia del Tequendama, efectuándose la entrega legal
de los terrenos, mediante una típica ceremonia que tuvo lugar, más o menos, en
el sitio que hoy ocupa el Matadero público. Cinco años más tarde, en octubre
del año de gracia de 1852, y hallándose reunida en la Mesa de Juan Díaz la
Asamblea Legislativa de la Provincia de Tequendama, fue expedida, el día 9, la
ordenanza que disponía la creación del Distrito de Gírardot, compuesta de las
fracciones de La Dormida, Goloso, Manuel y Flandes. Esta ordenanza entró en
vigencia el primero de febrero de 1853 y como un homenaje a la memoria del
Bárbula en la guerra de emancipación, se le dio al distrito el nombre, de
Girardot.
El primer Alcalde de la población fue don Claudio Clavijo,
padre del doctor Rodolfo Clavijo, este último médico homeópata, quien ejerció
la profesión en esta ciudad.
Instrucción pública y planteles.
La primera escuela urbana empezó a funcionar en el año de
1868. Fue creada por el entonces Presidente del Estado Soberano de
Cundinamarca, señor Eustorgio Salgar, quien designó como director al señor
Rufino Vargas. Como no había local apropiado funcionaba en un caney que había
en el mismo sitio, donde ahora está el Colegio Santander, (Carera 8a entre
calles 7a y 8a). La primera Escuela Nocturna se fundó en el año 1911 con
destino exclusivo para los obreros. En este mismo año entró al magisterio la
señorita Ana Lucia Reyes, institutora que consagró la mayor parte de su vida,
unos 30 años, a la enseñanza de la juventud. El primer Colegio para varones fue
el Instituto Girardot, fundado en 18 de octubre de 1903 por una Junta Cívica
integrada po ríos señores General Paulo Emilio Bustamante, doctor Eugenio
Herrán, Felipe Páez, Benjamín Rocha, Samuel Isaács y Uldarico Rocha. Fue Rector
D. Ángel María Paredes. En 1906 entró a la rectoría del Instituto don Eufrasio
C. Páramo, competente pedagogo tolimense, quien hizo del plantel el más
importante centro de preparación comercial. Fueron discípulos aventajados los
políticos, Darío Echandía, Antonio Rocha, Alejandro Bernate y otros muchos. El
Colegio Santander, fundado en 1913 y cuyo Rector fue D. Antonio Amézquita, solo
funcionó 3 años, siendo luego clausurado.
El Colegio de la Presentación, regentado por las Reverendas
Hermanas de la Caridad, inició labores en febrero de 1903. La primera imprenta
de la ciudad fue dada al servicio el año de 1903; la trajo el tipógrafo Marco
A. Gómez y el día primero de septiembre de 1906 circuló el primer periódico con
el título de “El Esfuerzo” bajo la dirección de D. Aníbal Villa Navarro. La
beneficiencia estaba representada por el Hospital San Rafael, encargado a las
Reverendas Hnas. de la Presentación, casi desde el principio de la fundación y
al frente de las cuales estaba la Madre Eufrasia, con cuatro Hermanas más.
Servicio de luz y de agua.
La luz eléctrica se conoció en Girardot el 30 de julio de
1906 por iniciativa de don Manuel Nuñez, activo industrial quien con el fin de
atender a las necesidades de su trilladora de café, montó una pequeña planta.
Posteriormente el 30 de diciembre de 1913 el doctor Hernando Villa inauguró su
servicio de luz y acueducto hasta que con el crecimiento de la población, la
empresa norteamericana, Compañía Colombiana de Electricidad ofreció sus
servicios, 1930) El 30 de mayo de 1928 el acueducto pasó a ser propiedad del
municipio. Aún perduran los tanques de este acueducto, instalados en el barrio
del Bárbula a inmediaciones del llamado Puerto del Diamante. En la actualidad
están en desuso. Un moderno acueducto ha sido instalado y ampliado. (Actual
Coca-Cola).
Línea férrea.
El 27 de mayo de 1881, siendo presidente de la unión, el
doctor Rafael Nuñez dispuso que se diera principio a la línea del ferrocarril,
a cuyo efecto por decreto ejecutivo, se ordenó que el Batallón 5° de Línea, que
hacía la guarnición de Ibagué, se denominara 5° de Zapadores y se trasladara a
Girardot, como cuerpo destinado a los trabajos de la línea férrea. El 15 de
julio se dio principio a los trabajos de movimiento de tierras, en medio de
grande entusiasmo y de vítores a la paz y progreso de Colombia.
Más tarde para abreviar la realización de la obra, se hizo
un contrato con el sr. Francisco J. Cisneros, quien se comprometió a concluir
el trayecto hasta Tocaima, el que se dio al servicio el 21 de diciembre de
1883. Las primeras locomotoras se nombraron Girardot y Bogotá. Por esta línea
llegó la primera locomotora a Facatativá el 13 de febrero de 1909.
Primer puente.
Para el año de 1883 fue dado al servicio provisional el
primer puente sobre el río que había de durar hasta el año de 1963, con una luz
de 75 metros por 3 de ancho y una elevación de 12 sobre el nivel ordinario de
las aguas. Su capacidad de resistencia fue de 600 kilos por metro cuadrado.Ver
fotos
Estratos que la han formado.
Era de la navegación fluvial.
En cuanto a vías de comunicación el mayor prestigio para
Girardot lo trajo la navegación fluvial. Estas playas ocuparon el primer sitio
entre los puertos del Alto Magdalena y alcanzaron a albergar hasta cincuenta y
dos unidades de diferentes compañías, que desataron para la ciudad una era de
admirable progreso. Años 1886 a 1935. La construcción de la carretera Cambao
1925 y de los puertos Liévano y Salgar, que acercaban en menor tiempo a Bogotá,
vino a producir el colapso de esta navegación fluvial.
Sobre los deshechos muelles vagan las sombras de bongos y
champanes, de chalupas y graciosos vaporcitos que anclaban en los fondeaderos.
Entonces el puerto hervía de actividad: la carga para media república se
cruzaba en los rústicos descargaderos y la mercancía colmaba la avidez
insaciable de las bodegas. Una raza gigante y rítmica, resistente y bronceada
alineaba en la playa, en las plataformas y sobre los planchones. Para esta
generación de braceros que se reunían de todas partes con su buena dotación de
canteras africanas, era un esfuerzo risueño, una infantil acrobacia de sus
músculos sopesar bultos de cinco arrobas, encarrar o desencarrar toneladas de
mercancia. Sobre sus brazos el día y la noche no conocieron descanso, ya que
exprimían la jornada continua en turnos ininterrumpidos. Más de 8.000 braceros
estremecieron el puerto.
El dinero abundaba. Cómo recuerdan los mayores con nostalgia
aquella época en que el oro con sus águilas americanas o con las efigies
inglesas, era moneda corriente y hasta embarazosa. En el camellón en tas horas
de ocio, las libras y medias libras, resplandecieron en las manos de los jugadores
de pique y palmo. Fue el tiempo de las inmigraciones europeas y asiáticas en
que el extranjerismo de más de veinte nacionalidades prestó al puerto ambiente
internacional con filosofías y creencias exóticas, voces y procedimientos de
culturas antiguas, especialmente mercantiles. Emulaban con esta explosión de
riquezas las ansias de placer, de desahogo, de amor libre y embriaguez, después
del trabajo bruto y febril, o los galantes amoríos y despilfarros en los
señores o gentiles aventureros. Las costumbres cristianas casi naufragaron en
esta vorágine dorada y la fe combatiría precariamente con el liberalismo
manchesteriano, la logia, los caballeros rosacruz y el protestantismo y los
pioneros del comunismo. Cumpliéronse entonces los pintorescos carnavales.
Era del ferrocarril.
Coexistente con esta época y más tarde sucesora. cuando
desaparezca la navegación, es la edad del ferrocarril, representada por su
puente de leyenda sobre el rio, los talleres de nombradia nacional, los
sindicatos ferroviarios y los reclamos huelguísticos iniciados ya en 1919. La
ciudad se doblará con las barriadas de las Quintas. El ferrocarril mandaba y se
hacía esperar cada dia. La estación, además de ser la ciudadela donde se
ensamblaban máquinas o se fundían ingeniosamente repuestos o se practicaban
cálculos de alta mecánica, era sobre todo la antesala donde concurría la
aristocracia y el pueblo, que, depurado de aquel ambiente de puerto, gustaba de
las atenciones y finuras del espíritu. Mientras el autoferro aparecía, la
tertulia señorial y chispeante dilatábase en las salas de espera, en los
pasillos o bajo las pérgolas que amparaban del resistero. Hoy los talleres han
sido trasladados a Flandes y la estación ha dejado de ser la antesala de la
ciudad.Ver más
Navegación aérea.
Para el año de 1918 anidaron sobre el río las primeras naves
aéreas, los Junkers, que dejaron como recuerdo la fundación de la Sociedad
Colombo Alemana de Transporte Aéreo “SCADTA” fundada en diciembre de 1.919, hoy
conocida como Avianca. Y la creación de la primera escuela de aviación civil.
Las fotos aun proyectan las casetas a donde llegaban tirados por rieles, los
Junkers, a dormir la noche y librarse de los temporales del gran rio. Este
estrato de alas y de hélices habrá de perpetuarse más tarde, cuando avionetas y
helicópteros lleguen en bandadas a proteger los algodones. Si bien no bajan a
mojar sus alas en el rio, su vibrar de paz abanica las semillas en los surcos y
las sanean y cuando la siembra ilímite embriaga con las albas superficies de
arroz o de algodón, describen circulos graciosos sobre la ciudad, como gaviotas
fugitivas de mástiles remotos. Más información y fotos
Era del turismo.
Superada la era del ferro y la era del rio, la ciudad iba a
engolfarse en una actividad social, completamente moderna. Desde el año de 1932
apuntó la era del turismo con un sentido claro de urbanismo deleitoso.
Ampliáronse las calles y para suavizar las llamas que prendían en la vega,
sembráronse miles de árboles, algarrobos, almendros y limoneros que extendían fresca
sombra y teñirían de colorido los camellones y avenidas. Aquí rompió la era de
los acacios, que con sus hojas verdes acuchilladas de rojo, aplacarían las
canículas en los meses sofocantes y regarían con sangre vegetal las mañanas
limpias e inocentes, y en las noches luminosas atraparían las lunas llenas, que
entre los gajos se despedazaban deliciosamente, como enredadas cometas de los
niños en los chamizos.
Esta vegetación primeriza junto con los millares
posteriores, más de doce mil, borró el nombre del puerto y acuñó el poético de
la “ciudad de las Acacias”.
Las ferias ganaderas, realizadas ya para estos años.
iniciában también su ascenso que habría de tener alturas millonarias.
Capitan Rafael Rozo. Pionero del turismo Fluvial
Rafael Rozo Vega, hombre sencillo, dinámico, jovial y
optimista. Más conocido como “El Capi Rozo”, llegó a nuestro pueblo a dar toda
su alegría y calor humano que siempre le caracterizaron. Esto fue suficiente
para fijarse una meta y así, hacer de “La Ciudad de Las Acacias” un “Puerto
Turístico”. Inspirado en su amado Río Magdalena, emprendió la difícil tarea de
complacer a sus visitantes que atraídos por el calor, buscaban algo diferente.
El Capitán Rozo ofrecía un paseo a lo largo y ancho del Río
Magdalena, un suculento viudo de pescado servido en hojas de plátano acompañado
de una cerveza helada, y al ritmo de un Bambuco o una Cumbia el Capitán Rozo
amañaba a sus pasajeros. Más información…
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